Analizando dos artículos periodísticos relacionados con el calentamiento global, la pérdida de biodiversidad y el turismo.

El artículo periodístico seleccionado muestra la relación del binomio calentamiento global/turismo, y corresponde a una publicación en Internet con título: El lado “positivo” del calentamiento global: cruceros de lujo por el Paso del Noroeste.[1] Evidentemente un título irónico que invita a leer un artículo que aborda una temática muy seria.

En primer lugar, el autor describe brevemente las características del crucero Crystal Serenity y expresa cómo fue presentada por la prensa la travesía en el Ártico, denominándola como “el crucero más peligroso del mundo” o “la última expedición para el auténtico explorador”, además de presentarlo como un viaje histórico que abre las fronteras del mundo.

RUTA DEL SERENITY EN EL ÁRTICO

Will Oremus, sin pelos en la lengua sostiene que la travesía es una abominación y un contaminante insulto provocado por los 1089 turistas más ricos y destructivos del mundo, y que los mismos han pagado desde 22 mil a 120 mil dólares para realizar la travesía, más 50 mil dólares extras en concepto de seguro de evacuación. Luego pasa a relatar que el Paso del Noroeste es posible producto del calentamiento global, y que el mismo ha quedado liberado en los veranos desde el año 2007.

Detalla el autor del artículo los riesgos a que se encuentra expuesto el crucero debido a que en la región, a pesar del calentamiento global, aún quedan bloques de hielo, y que por tal motivo, el buque de trece pisos, debe ser acompañado por un barco rompehielos que dentro de su sofisticado equipamiento,  incluye dos helicópteros. Agrega Oremus que los cruceros, aunque no se hundan, igualmente contaminan y dañan al mundo que los rodea.[2]

Párrafo aparte merece el impacto en la comunidad inuit de Ulukhaktok en relación con la invasión de 1089 personas, a pesar que se informa que sólo desembarcaran en grupos de 150, y que según National Geographic la comunidad viene “entrenándose” para la llegada del crucero.

El autor comienza a cerrar el artículo haciéndose la siguiente pregunta: “¿Qué tipo de persona se gastaría decenas de miles de dólares para participar en un crucero que simultáneamente celebra y acelera la degradación de uno de los últimos sitios prístinos del mundo?” Y recordando una anécdota, donde osos polares huyen de la proximidad de un crucero parece encontrar la respuesta a su pregunta: “Los osos polares a veces pasan casi un mes sin hallar nada de comer y no pueden gastar calorías para nadar y alejarse de seres humanos, aunque esos seres humanos solo quieran compartir fotos de ellos en Facebook. No estoy seguro, sin embargo, de que tuviéramos otra opción. Si no hubiéramos visto osos polares, creo que hubiera habido un motín”.  Cierra el artículo respondiéndose qué tipo de persona consumiría este tipo de emprendimiento: son personas que no tienen límite en el consumo de bienes materiales o en experiencias. Agrega que probablemente no sea intención de estos turistas arruinar el Ártico, pero que tienen un coeficiente asignado a su placer que es infinito.

Crystal Serenity Alaska.jpg

El segundo artículo seleccionado en Internet, que pone de manifiesto la vinculación entre turismo/pérdida de biodiversidad se denomina: Especies invasoras amenazan el ecosistema de la Antártida.[3]

El autor expresa que el ecosistema autóctono antártico se encuentra en peligro por la llegada de especies invasoras de plantas e insectos. Las especies foráneas ingresan al continente a través de los científicos, militares y turistas que visitan la Antártica. Soler sostiene que el gran inconveniente es que los científicos no se ponen de acuerdo en cómo enfrentar la amenaza.

Si bien el impacto es objeto de estudio, los científicos han corroborado que insectos y plantas invasoras han ganado terreno en los últimos años a las especies autóctonas y, en algunos casos, incluso las han eliminado de su hábitat natural.

“La llegada de especies invasoras a la Antártida tiene un solo responsable: el hombre”. El autor cita al biólogo chileno Molina, quien explica que la presencia de la verde y pequeña planta poa annua, típica de zonas urbanas en el Hemisferio Norte, es extremadamente competitiva y se adapta mejor que el resto a las transformaciones provocadas por el cambio climático, coincidiendo la presencia de la planta invasora, con los puntos de visita de los turistas.

“Las semillas de las plantas llegan a la Antártida incrustadas en los zapatos de las personas, en el velcro de las chaquetas y parkas o en las ruedas de las grúas utilizadas para mover carga en las bases militares y científicas”.

El autor cita al ecólogo Convey cuando se refiere a las especies de insectos que han aparecido en la Antártica. Convey sostiene que hay más de 200 especies no nativas en la Antártida, correspondiendo a insectos la tercera parte. El ecólogo explica que a largo plazo, estas especies, pueden cambiar completamente el funcionamiento de la cadena alimentaria en la zona.

Si bien el Tratado Antártico, firmado en 1959, prohíbe el ingreso de plantas no nativas al continente, no se establece un protocolo claro sobre qué hacer cuando las especies ya han llegado.

El autor del artículo expresa que lo más sensato sería erradicar las especies invasoras para preservar la flora y la fauna local, pero el mundo científico está dividido. Explica que varios países están intentando la generación de un protocolo con metodología para la erradicación, siendo la postura que promueve mayor apoyo, aunque científicos británicos y polacos proponen que lo más conveniente sería preservar las especies invasoras para estudiar su impacto en las nativas.

Este desacuerdo hace que el ecólogo británico Corvey exprese que no hay más tiempo para esperar, y fundamenta su postura al sostener que:

«Si se observan las invasiones en el resto del mundo, lo más fácil y barato es tomar buenas medidas de seguridad para evitar que las especies lleguen allí. Lo siguiente es sacarlas cuando las encuentras, y por lejos la peor opción es dejarlo allí y debatir mientras se expande hasta el punto que es imposible erradicarlo.»

ESPECIES INVASORAS AMENAZAN LA ANTARTIDA

 Breve aporte personal.

Un artículo llevaba a otro, y así sucesivamente. En el caso del artículo del crucero Crystal Serenity, me llevó a indagar si el mismo se encontraba en el calendario de cruceros para el presente año y años venideros, y/o si otros grandes cruceros se sumarían a la travesía por el Paso del Noroeste, acelerando el impacto negativo en el Ártico como profetizara el profesor Michael Byers, quien tipificó al viaje como perverso, y calificó la travesía marítima de “turismo de extinción” porque se sabe que hay especies que en una década no estarán más en el lugar.[4]  Afortunadamente tras el pequeño relevamiento, el Crystal Serenity no está programado, como tampoco otros buques de similar tamaño, pero sí se encuentran buques menores extremadamente lujosos, entre ellos el planificado para el año 2020 con el Scenic Eclipse, que cuenta con fecha de partida programada para el 15 de agosto.

Lamentablemente, se podría afirmar que el poder adquisitivo de las personas da derecho a vulnerar ambientes y/o que cuestiones comerciales, como las rutas marítimas del Ártico prevalezcan y amenacen a los mamíferos marinos de la zona.[5]

El hombre parecería ser -hasta podríamos confirmar – que es el predador más insaciable sobre La Tierra. Como bien expresa Javier Tejera en el artículo Turismo y biodiversidad. Una relación amor-odio: “El sector turístico necesita mantener la riqueza… (Ambiental, paisajística y natural del planeta)… intacta para seguir atrayendo turistas pero, a pesar de esta necesidad, los modelos turísticos tradicionales y la presión que ejercen han sido los causantes del deterioro de muchos de estos ecosistemas y, por lo tanto, de una pérdida incuestionable de biodiversidad natural y también cultural y social.”…La realidad es que la demanda hacia destinos frágiles (concepto que se podría aplicar ciertamente a cualquier destino) ha conllevado, por norma general, un impacto real en las poblaciones visitadas, en su economía, en el medio ambiente y en su patrimonio cultural”.[6]

Seguramente ya es tiempo que cada uno de nosotros planifique vacacionar de forma tal que el impacto producido afecte lo menos posible el ambiente, las costumbres, tradiciones y cultura de los sitios visitados, y que los beneficios económicos de la actividad turística ayude a terminar con las desigualdades sociales y que realmente llegue a manos de los pobladores locales.

FUENTES:

[1] OREMUS, Will. (2016, 8 de septiembre). El lado “positivo” del calentamiento global: cruceros de lujo por el paso del Noroeste. Letras Libres. Recuperado de https://www.letraslibres.com/espana-mexico/ciencia-y-tecnologia/el-lado-positivo-del-calentamiento-global-cruceros-lujo-por-el-paso-del-noroeste . Consultado el 15/09/2018

[2] Ver: ASTORGA, Ariadne. (2018, 12 de enero) El peligro de elegirlos: ¿Sabías cuánto contaminan los cruceros? Recuperado de https://es.ecobnb.com/blog/2018/01/contaminan-los-cruceros/ . Consultado el 15/09/2018

[3] SOLER, Gerard (2015, 20 de febrero) Especies invasoras amenazan el ecosistema de la Antártida. EFE. Recuperado de https://www.efe.com/efe/america/cronicas/especies-invasoras-amenazan-el-ecosistema-de-la-antartida/50000490-2542035 . Consultado el 15/09/2018.

[4]POZZI, Sandro (2016, 21 de mayo) Los grandes cruceros toman el Ártico. El País. Recuperado de https://negocios.elpais.com.uy/noticias/grandes-cruceros-toman.artico.html. Consultado el 15/09/2018.

[5] Europa Press (2018, 3 de julio) Las nuevas rutas marítimas del Ártico amenazan a los mamíferos marinos. Recuperado de http://www.europapress.es/ciencia/habitat-y-clima/noticia-nuevas-rutas-maritimas-artico-amenazan-mamiferos-marinos-20180703133912.html . Consultado el 15/09/2018.

[6] TEJERA, Javier. (2010, 27 de septiembre) Turismo y Biodiversidad. Una relación amor-odio. Recuperado de http://www.ecotumismo.org/turismo-responsable/turismo/turismo-y-biodiversidad-una-relacion-de-amor-odio/ . Consultado el 16/09/2018.

 

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