Por fin llegamos a Roma (21 de Enero de 2016). Nuestro primer viaje transoceánico se hizo muy largo, quizás porque no pude dormir ni 5 minutos de las poco más de 12hs. que implicó el vuelo. Pero ya estábamos en tierra, cansados pero felices. Ahora a seguir a la gente para hacer migraciones y retirar las maletas.
A poco de andar tuvimos que tomar un pequeño tren automatizado, sin conductor (creo lo llaman navetta) que lleva del Área de embarque “G”, a la Terminal 3 propiamente dicha.
Al llegar, un poco más de caminata e hicimos el ingreso a Italia. El trámite muy rápido y sencillo, sólo controlaron pasaportes y les colocaron el sello correspondiente. El paso siguiente fue buscar las valijas al sector de cintas. Éstas tienen un monitor que indican aerolínea, número de vuelo y procedencia, por lo tanto imposible confundirse.
Ya con todo el equipaje en mano buscamos la salida. Llegamos al hall principal de la terminal y no encontrábamos los pasillos que nos llevarían al Hotel. Preguntamos, y nos informaron que los mismos se encuentran en el segundo piso. Ascensor mediante llegamos al piso 2.
Una cuestión para tener en cuenta, en Italia no existe la planta baja, al menos la señalización «PB» o «0» en los ascensores. Arrancan con primer piso. En consecuencia, el segundo piso de los italianos, es el primer piso nuestro.
Todo está muy bien señalizado, encontramos rápidamente los corredores que llevan a los parkings cars, al tren Leonardo Express, a otras terminales, y al único Hotel en el Aeropuerto.
Siguiendo la camita de este cartelito en cada bifurcación, llegamos al Hilton Rome Airport.
Estimo serán 800 metros. Todos los tramos con cinta transportadora, aunque algunas no funcionaban.
Sólo restaba bajar un piso y encontrarse con el Hotel. Tema del próximo post.